lunes, septiembre 03, 2012



Travesía Puertito de Güimar 2012 - Inicio de temporada
Season start 2012-2013

El año pasado fue muy duro. Era empezar de nuevo después de una hibernación de nueve años.
No me digas qué se despierta dentro del cerebro para retomar un deporte así. Muchas veces me digo que dejé en el pasado cosas por hacer por las malditas lesiones en esta disciplina.
Y no era un gusanillo, era algo más, o alguien que en la mesilla de noche en la lamparita ha hecho simplemente clic.
Así que introducir en la vida diaria un hueco para poder una o dos horas a diario es muy difícil. 
Súmale el trabajo, la edad, ser padre, marido y la ecuación es imposible de cuadrar.
Pero no voy a hablar de la temporada, ya que ella sola se merece un post solitario. 
Vamos a empezar: he estado nadando, ¿saben?, sólo un poco más de lo normal.
Esta es la historia de un tipo del montón que no es nadador, que no se desliza como ellos, pero que en cada brazada imprime la fuerza y se estira tanto como puede.

(Recorrido)

Llego tarde, como siempre. Me confío de la carretera y al final el tiempo que pensé se multiplica y me come: Ñam!
La niña se ha dormido en el coche y en el Puertito de Güimar, no sé si porque es Domingo, no hay un aparcamiento ni en el mejor de los milagros. Latidos en aumento y mala leche también (qué fácil me vuelvo carrasposo con la edad).
Desesperado, abandono el coche en un hueco más mal que bien (que no me multen, que no me multen).
Cojo la mochila, la niña zombie en brazos y desde el punto más equidistante posible me pongo en marcha en modo rápido. Me como toda la avenida en esta situación. Cuando llego al lugar de la salida cumplo con el verbo sudar. Y lo hago bastante bien.
Llevan retraso. Veo a los niños nadar. Bebo agua, hace calor y ya he dicho que he roto a sudar.
Pregunto por el recorrido porque veo en el mar muchas boyas y no quiero equivocarme como otras veces (Acuatlón Puerto de la Cruz por ejemplo).
Pillado. Es hora de calentar, de tocar el agua y de sentir la sal en mis labios.
Vuelvo a beber. Esta encrucijada tiene pinta de explosiva. Más agua.
Me acerco a la orilla. Las piedras y la arena hacen que digas guau. No se ve el fondo. Las piedras hacen que camines en un alambre.
La megafonía escupe que la gente que está en el agua salga para escuchar el recorrido. ¡Bingo!
El agua no me llega ni al pecho. Brazadas cero. Más contento con mi suerte, la habitual. Salgo.
La batería interna está apagada.
Todos al sol escuchamos un lío de boyas: Roja, amarilla, amarilla y vuelta entre roja y palo verde.
Pillado. Se lo explico a unos cuántos. Pillado.
Parece que ya salimos... pero nos comunican problemas con los chips.
Sol, sudor y más sol.
Estiro los brazos adelante, hacia los lados y hacia atrás pero el minutaje sube. Odio esperar.
Quince o veinte minutos al despiadado sol.
Arreglado, ya salimos. Pestazo a utopía. Acierto.
Pasamos por el control. Pip. Pip. Pip.
Entrar en el mar es una odisea. Ya he dicho que no se ve nada y que las piedras son trampas mortales. Si te tiras muy profundo sales con una brecha, sino a caminar como un bebé se ha dicho.
Entro con cuidado. Hacia la izquierda - gritan - hacia la izquierda.
Pasa el tiempo. Esta la gente pasando frío en el agua. Todavía hay gente con el pip del control.
No salimos. Ni una brazada. Caldera apagada. Habrá que hacer combustión instantánea.
Creo que una hora de retraso. La gente chapotea en el agua. Muchos calientes, muchos diciendo maldita la hora, algunos colegas de risa. Yo solo.
Me coloco las gafas. La reviso. Las vuelvo a revisar. Estoy Ok.
SALIDAAAAAAAAAAAAAA!
Caos. Brazos como hachas. Golpes.
Te dan. Das. Tragas. Tragan.
A los 100 metros de guerra, uno se para. Tiene problemas con las gafas. Yo pienso que es un suicida. Pararse ahí es condenarse. Después me entero que se retira: sus gafas han dicho fin, desconozco si fortuito o por un hacha entre los ojos.
Yo sigo echando leña. Voy intentando coger ritmo porque los brazos están entumecidos.
La prima boya roja ni la veo. Todo es un chapoteo y burbujas aquí y allá.
El chip va cogido al tobillo de chiripa. Me apuesto a que no llega a la meta. Es un hebra en el mar.
Voy metido en un grupo. Pegados. Las olas nos arrastran mientras nadamos. Parece que bailemos juntos. Todo es muy romántico.
La llegada a la primera boya amarilla marcada como punto de corte y referencia es casi inmediata. Deben ser 750 metros. Para mi ha sido un chasquido de dedos. ¿Dije explosivo? Sí, es napalm.
Se les ha ocurrido la feliz idea que para que nadie se cuele hay que decir a un juez situado en una zodiac tu dorsal.
Voy nadando con tres. 76 digo. Vuelvo a sacar la cabeza a por aire. 76, repito. Apuntan.
En el viraje, me abro, vamos excesivamente pegados. Pero el que me saca medio metro no se abre y me da una patada en la cara a lo karate kid.
Me ha quitado casi las gafas. Yo he oído un gong de "se acabó el asalto". ¿O es el combate?
Me ha noqueado, tal cual, pero ni voy a caer en la lona ni me voy a parar a colocarme las gafas.
Entra agua. Parece que me hundo mientras ese pequeño grupo se aleja. Lucho.
No hay tiempo. Vuelve el caos. Ahora la lucha es contra la gente que aún no ha hecho el viraje.
Es meterte en una autopista a carril cambiado. Nos esquivamos.
Somos motos a lo Tron en una carrera real. Sí, mola.
El minigrupo ahora si que se me ha ido. Pierdo su referencia mientras por detrás se acercan.
Me pasan. Quiero pillar ritmo. La gasolina o se pierde o el tanque se ha vaciado.
Llego a la otra boya amarilla. Falta poco. Es una persecución atroz. No pienses, no pienses.
El mar se ha portado regular. Estoy acostumbrado al vaivén ya. Pero me ha colado tres buches grandes de agua salada cuando iba a por O2. El fondo me cautiva.
Un tipo se pone a mi vera en el último tramo. Joder, ¿tenía toda esta fuerza?
Aparece. Me pongo on, más on. Subo potencia. Me digo, ¿no habrás sido conservador no?
Voy con él hasta la llegada. Tira y tiro. Tira y tiro.
Salida chunga. Piedras. Sigue sin verse. El control está caminando sobre el alambre y subiendo una trampa mortal de escalera, luego cinco o seis pasos y listo.
Miro el crono cuando dejo de nadar. 23´40´´. ¿Queeeeeeeeé?
Brutalllllllllllllllllllllllll. Sonrío por primera vez en la tarde. ¡Ha valido la pena!
Hay 3 tipos ayudando para sacarte de las piedras. La gente camina como puede. Esto se ha acabado.
Respetan el orden, sin locuras. A la chica que llega justo a mi cola le salvo la vida entre las piedras.
Pierdo un minuto en salir y coronar.
Tiempo oficial 24´37´´- Puesto 51 de 140. A 1:39 los 100 metros.


Esto es el empezar y esta es la foto antes de pasar la meta.
Llevo 3 ó 4 kilos de más, sí, ahora toca decir adiós a los helados y al sillón.
 Espero perderlos en el camino del medio ironman chascando ensaladas.
Ese es mi deseo este año. Ese es mi reto.
De ilusiones como esta, la gente también es feliz como yo.
Clic.