domingo, enero 20, 2008


En el valle de Elah (una película de Paul Haggis)

De buenas a primeras voy a romper el hielo diciendo que Paul Haggis actualmente hace un cine un par de escalones más arriba que el resto, donde el aire debe ser más puro y el cerebro funcionar mejor.
No te hace falta ver mucho metraje para asentir y para caer en su filo hilo, tú sólo tienes que dejarte llevar como quien cae por un tobogán con una sonrisa en la boca.
La trama: Un veterano de guerra americano debe investigar la desaparición de su hijo, un soldado destinado en Irak, que ha desaparecido de la base. Lo que encuentre puede que le derrumbe sus propios cimientos.
En el valle de Elah es lo que quiera ser: un film político, una muy buena película, un guión sólido con llanto, risas y equilibrio, un ejercicio mental, un pasatiempo...
Lo mejor: El tempo de Haggis es espectacular; el reparto es muy sólido y soportan el peso argumental; en esta herida de Irak es difícil demostrar un talento cinéfilo sin igual ya que sin ningún disparo Haggis lo vuela todo por los aires.
Lo peor: Por supuesto es no ir al verla; que no reflexiones nada a la salida.

miércoles, enero 02, 2008

Despedida

Son épocas especialmente sensibles, en la que, quizás de manera sarcástica, cínica o sincera, estamos más conectados que nunca. Quisiera creer que es real por una vez... entre tantas uvas, regalos y champán. Uf! Cómo se me pone la úlcera!
Son épocas que no se olvidan, porque estos recuerdos se guardan en las gavetas de arriba, las que tenemos más a mano, que abrimos más a menudo y a todas horas, donde nos gusta la palabrería barata y las hazañas del pasado. El vino es lo que tiene: afloja la lengua, escandaliza la risa y aprieta la cefalea como un trapo viejo.
Y son épocas en la que sigue marchando gente en un sin retorno, sea como sea, y eso ya se sale de las gavetas, del armario y del raciocinio. Lo que duele tiende al delirio y marca como el fuego... para siempre.
Las despedidas nunca fueron fáciles, te duele la barriga como si te clavaran un punzón y las palabras ni salen ni quieren salir. Somos así de valientes cuando la cosa se pone fea. Y las de este calibre traen un charco de lágrimas bajo tu sombra. No te hagas el fuerte, también a ti se te fueron por la veredita azul. Y, quieras o no, la pena se te hizo "honda" y te duró más que un escarmiento.
Nunca las palabras fueron tan pocas y las ganas tan tremendas. Y ahí quedó todo.
Para todos todos los que han perdido a su ser querido en estos días donde nos embriaga tanta felicidad en este continuo baile de máscaras.
Empiezo el año de esta guisa... no me sale otra.
Gambitoking.