miércoles, enero 02, 2008

Despedida

Son épocas especialmente sensibles, en la que, quizás de manera sarcástica, cínica o sincera, estamos más conectados que nunca. Quisiera creer que es real por una vez... entre tantas uvas, regalos y champán. Uf! Cómo se me pone la úlcera!
Son épocas que no se olvidan, porque estos recuerdos se guardan en las gavetas de arriba, las que tenemos más a mano, que abrimos más a menudo y a todas horas, donde nos gusta la palabrería barata y las hazañas del pasado. El vino es lo que tiene: afloja la lengua, escandaliza la risa y aprieta la cefalea como un trapo viejo.
Y son épocas en la que sigue marchando gente en un sin retorno, sea como sea, y eso ya se sale de las gavetas, del armario y del raciocinio. Lo que duele tiende al delirio y marca como el fuego... para siempre.
Las despedidas nunca fueron fáciles, te duele la barriga como si te clavaran un punzón y las palabras ni salen ni quieren salir. Somos así de valientes cuando la cosa se pone fea. Y las de este calibre traen un charco de lágrimas bajo tu sombra. No te hagas el fuerte, también a ti se te fueron por la veredita azul. Y, quieras o no, la pena se te hizo "honda" y te duró más que un escarmiento.
Nunca las palabras fueron tan pocas y las ganas tan tremendas. Y ahí quedó todo.
Para todos todos los que han perdido a su ser querido en estos días donde nos embriaga tanta felicidad en este continuo baile de máscaras.
Empiezo el año de esta guisa... no me sale otra.
Gambitoking.

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