martes, julio 29, 2008


La vida interior de Martin Frost
(una película de Paul Auster)
93 minutos. Año 2007.

Es probable que "La vida interior de Martin Frost" sea la película que considero más difícil de llevar al cine de los últimos tiempos (y he visto mucho). Le he dado muchas vueltas. Y me cuesta. No consigo dar con la clave.
Es una película espesa, que no recomiendo a nadie que no haya tenido la intención, el gusanito o haya escrito algo en su vida, porque de lo contrario sino se hará vertiginosa, muy cuesta arriba, con falta de sustancia y, porque no decirlo, un tanto estúpida.
Auster, del que he comentado alguno de sus libros en el blog, no acierto, y me apena decirlo, en esta película.
Lo mejor: Tiene momentos en los que me llegó mucho.
Lo peor: Tiene otros en los que la aborrecí.

Para mí, sin embargo, aprueba rasante.

Juntos, nada más (una película de Claude Berri)
97 minutos. Año 2007

Una película de este calibre sólo puede dejarte buenas sensaciones en el cuerpo, de una cosa bien hecha, de sabor en la boca de algo que estaba rico, de bienestar, de punto justo.
Juntos, nada más es una película de amor, de realidad, de esta tragicomedia llamada vida y lo muestra tal y como es, y a la francesa.
En fin, un acierto entre mil. Es lo que tiene...

Lo mejor: El actor que encarna el personaje de Philibert está pletórico; su frescor.
Lo peor: Que estas películas pasen siempre sin pena ni gloria.

Recomiendo verla.

jueves, julio 24, 2008


Pedacitos de mí



Él
Juro que da pena verlo arrastrarse entre las delicadas sombras, siempre a media luz, lleno de pensamientos tan álgidos como callada es su temple, atento y astuto como una fiera de pequeños dientes, con mirada vivaz como es mordaz con la palabra.
De la luz huye despavorido como la risa del miedo, y no le sacas ni tanto así después horas largas a su calor en las que te escudriña afilado y temeroso desde un rincón, mientras no suena ni palabra ni ruido, así que, no desesperes, o te haces con paciencia de grano gordo o no lo toleras ni una pizca porque se hace pesado e indigesto.
Solo, medio loco, siempre agitando los dedos al viento en un soslayo en busca del párrafo perfecto en su cabeza.
Así que repito y me reitero: juro que da pena de verlo… pero, lleno de incongruencia, no puedes vivir sin él.


Mentiría si dijera que no te echado de menos cada una de las mil noches desde que me dio por echar, enfadado, el cerrojo y arrojar, junto con mi alma, las pesadas llaves a las profundas fauces del infierno.
Mentiría si dijera que, cada una de esas malas noches, el estómago permaneció intacto y no ardía como una mecha inacabable, más por traición que por pena al esconder para siempre tu sueño de la luz del día.
Mentiría si dijera que no te he oído martillear los dedos a todas horas sobre la roca oscura de las cuatro paredes donde te escondo como el virtuoso músico que necesita teclas imaginarias para seguir con vida o, al menos, cuerdo.
Mentiría porque, cobarde, soy capaz de ello, y como de traidor también peco, te he dado la espalda sin un porqué acertado o erróneo, a la que es sombra de mi sangre, a lo que en parte soy a oscuras… Me equivoqué. Y no hay razón para decir lo siento. No estoy hecho de esa pasta. Quiero que vuelvas y hagas lo que sabes. Y hazlo pronto. Tú, sólo tú, maldito loco.

Yo
Sin aire precipito mi caída antes de tiempo. La garganta seca. Sin tinta no tengo voz. No me canso de decirlo, como otro frustrado más en busca de talento, a sabiendas que estoy más perdido que muerto, o al menos eso quisiera creer. No soy nada más que polvo. Otro iluso, otro de tantos, en busca de una magia que quizás no existe. No soy, no llego a ser nada sin cada pieza menuda, sin la arrogancia y coherencia que me dan, sin el desparpajo, la ilusión y la vida que las sombras y los reflejos que, de mi mismo, veo en el roto espejo, agazapados en el murmullo gris, y que, por suerte o por desgracia, completan un tanto así de mi cuerpo y otra esencia etérea de mi alma.
Esta vez a tiempo o no, me reencuentro en la espesura y he vuelto. Y esta vez, para fastidio de muchos y un bostezo de alegría de dos o tres que ni tan siquiera existen, el escritor de tinta seca ha vuelto para quedarse.



Gambitoking
Año 2008



Aprovechando mis 300 mentiras a lo largo de estos años. Puntualizo un poco lo que siento con el maestro.
Escribe King:


No apunto con la mano;
aquél que apunta con la mano ha olvidado el rostro de su padre.
Apunto con el ojo.

No disparo con la mano;
aquél que dispara con la mano ha olvidado el rostro de su padre.
Disparo con la mente.

No mato con mi pistola;
aquél que mata con la pistola ha olvidado el rostro de su padre.
Mato con el corazón.

lunes, julio 21, 2008


En el punto de mira (una película de Pete Travis)
90 minutos. Año 2008.

¿Todos lo sabemos no? Bien, planos rodados en Salamanca, que sí, que guay... Que también Eduardo Noriega en Hollywood, que sí, que mola... Ok, seguimos.
Más allá de lo dicho casi no hay nada. Tiros, explosiones, malos y el presidente, la figura super-mega-tal que enfervoriza a los americanos como si tuvieran una sobredosis de cafeína permanente.
Lo cierto es que "En el punto de mira" es un producto pasable, que se ve y se olvida, y que parecía ir bien hasta que fue va mal. Ya lo decía Murphy.

Lo mejor: Digamos que entretener, entretiene.
Lo peor: Tanto adelante y atrás acabo cansándome, es decir, a partir de la media hora sufrí mucho; el final es de andar por casa: tanta lata para nada.


Mi próximo post es el 300...

martes, julio 15, 2008


Kung fu Panda (una película de Mark Osborne y John Stevenson)
95 minutos. Año 2008.


Para algunos melenas con camisas de los Ramones puro sólo queda ya el rock and roll. Para unos pocos tarados como yo, enamorado de este séptimo arte cada vez más tocado del ala y con tendencia marcada a la peseta, sólo nos queda la animación, un género ilimitado, con tremendo potencial y que me ha deparado en los últimos años unas tantas y sanas carcajadas enmarcadas en buenos ratos.
Así que voy día a día... todavía me quedan fuerzas y ganas para algunos estrenos. Están marcados con un círculo en la agenda con color esperanza. Hay siempre ilusión y ganas dentro de la negrura. No hay quién escarmiente. Kung fu panda era caballo ganador.
Pero no nos engañemos este producto resultón no es nada del otro mundo. Te lo pasas genial en hora y pico pero te quedas a medias. Quizás ya estoy pidiendo otra vez demasiado, no me entiendo ni yo, me supo a un beso a medias.
Lo mejor: Algún punto genial dentro un guión rasante; las vertiginosas escenas de lucha.
Lo peor: No verla en versión original; Pixar está de momento un par de eslabones por encima del resto.

lunes, julio 14, 2008


Las crónicas de Spiderwick (una película de Mark S. Waters)
97 minutos. Año 2008.

Pequeños cuentos para niños que echamos de menos, donde nos vemos reflejados con nostalgia y ternura. Eran otras épocas, y a buen seguro, algo brillaba en tu interior. Aunque estoy convencido que todavía en la cabalgata de Reyes te metes la mano en el bolsillo no sea que el instinto te haga saltar con los dientes afilados a por un caramelo. No todo está perdido.
Las crónicas de Spiderwick cumple su misión: entretener, creer en la magia que se ha escapado por el agujero de tu pantalón y jugar con la ilusión de otros mundos.
Está bien hecha y tiene momentos bellos, y ni sube ni baja, se mantiene en alta mar flotando como si nada.
Lo mejor: Estos finales felices me agrietan el corazón y me suelen gustar.
Lo peor: Floja elección de actores que no aporta ni registro ni ocho cuartos.

martes, julio 08, 2008


The contract (una película de Bruce Beresford)
96 minutos. Año 2006.

Erre que erre. Dale que dale. Están empeñados y van por buen camino, de convertir el séptimo arte en un timo sinvergüenza de tres al cuarto. Y en eso siguen los pendejos.
The contract me recordó al mendrugo de pan con dos cuadros de chocolate que daban en los campamentos. Eso y más me costó tragármela, y eso que la vi de dos veces y pudieron ser más. Muchas más. Para la siguiente juro que toca retirada.
El guión es tan ridículo que me da risa contarlo. Si quieres quedamos, nos tomamos unas cervezas y nos sale algo con más coherencia. Palabra.
Lo mejor: Absolutamente nada.
Lo peor: ¿Estos actores todavía pagan hipoteca? No sé qué hacen metidos en esta piltrafada; perder sueño.

lunes, julio 07, 2008


La escafandra y la mariposa (una película de Julian Schnabel)
112 minutos. Año 2007.

Me escapaba yo con regocijo, o al menos lo intentaba, de esta escafandra y el aleteo de su mariposa; y la verdad, es que no sé muy bien porqué. Lo achaco, quizás, a una carencia de ánimo, lo habitual, o que en mi mente se antojaba mala, patética y sosa. Otro error de tantos. Y los que quedan.
Así que un día de pie derecho, de esos que tengo tres al año, en los que sonrío y soy amable y todo, me encapricho cual golosina y saboreo esta delicia como pocas. Chocolate del bueno.
Debo decir que es una película soberbia y de nota. Y lo supe con los tres o cuatro primeros fotogramas. Así que puse a mis anchas y me preparé para ser embestido por una barbaridad de buen cine, de cine cuidado y cuidadoso, de una fotografía, a cada encuadre, genial y de este séptimo arte que, a veces, sabe a gloria.
Lo mejor: Su conjunto; la fotografía es escandalosamente fantástica: gracias Janusz por ser tan bueno; llorar y no arrepentirme de ello.
Lo peor: No encontré nada ni una "mijita".

Sobresaliente, progresa adecuadamente o lo que te de la gana.

miércoles, julio 02, 2008

Get rich or die Tryin´ (una película de Jim Sheridan)
134 minutos. Año 2005.


Ni es plan ni lo pretendo, el que sepa algo de cine debe conocer por su sombra a Jim Sheridan (sino muy mal hecho), así que me salto los preámbulos. Sólo un apunte, copiad en una chuleta cercana:
Mi pie izquierdo. Año 1989.
En el nombre del padre. Año 1993.
The boxer. Año 1997.
En América. Año 2002.
Todas estas películas son imprescindibles, la que cito del año 2002 está basada en su propia vida y te destrozará todos los mimbres por dentro (básica). Así que Jim Sheridan es un grande en mi galería cinéfila.
De toda esta guisa, lo más alejado que me he encontrado de su propia esencia es esta peli basada en la historia del rapero 50 cent. No me cuadra nada con el cine de Sheridan. Ni rastro. Ni un pelo. Y aunque la película entretiene y poco más, toda la solidez emocional que me había enamorado de este director en su filmografía, aquí brilla por su ausencia: voilá.
Quizás el fin es que todos tenemos que comer y necesitamos lechugines. No hay otra explicación.

Lo mejor: Las traducciones de las letras del rapero.
Lo peor: El producto final es típico-clásico de las tres de la tarde.