martes, abril 13, 2010

Carrera X - Decepción X+1 - Entrega Final

Cuando falta menos de un minuto para el inicio me veo metido entre el bullicio, que enfervorizado aplaude, o calienta, o no sé qué demonios hace, bastante tengo con idear una tregua entre mi interior en erupción y los cables pelados de mi mente. Intento pactar tablas. Cuando se oye el pistoletazo aún no me ha quedado claro quién mueve blancas y quién negras.
Corre y disfruta - dicen. Como quien va a coger fresas y las muerde con ganas a sabiendas de su frescor. ¿Será la sal del sudor lo que me daña el paladar cuando voy dando zancadas hacia el infierno? Uno somete el cuerpo a un daño, tampoco queda claro el fin, y la gran parte del tiempo duele... tampoco me queda claro el sitio.
He corrido otras veces esa maldita media, una de las más duras dicen los entendidos, así que sé con certeza en mi piel que los primeros cuatro kilómetros pican hacia arriba en el asfalto caliente.
Así que para empezar el disfrute meto tres o cuatro fresas en mi boca. Me encanta la acidez... pero de mis comentarios irónicos. Muchas veces me río solo.
Voy a ritmo intentando que la máquina se ponga en marcha poco a poco. Sufro un poco, pero sufro y no debiera, porque vengo entrenado y me lo he currado pero no puedo evitar que los mensajes subliminales de mi mente sean oscuros y ni en morse digan nada bueno.
Del cuatro al ocho es una recta donde el sol, siempre incómodo, se coloca enfrente como un flexo en on, y donde si pudiera le cortaba radicalmente el cable. Acaba de salir y ya está en las suyas (aquí me ahorro el verbo). No soy de sudar y sudo, el cuerpo mueve los alfiles. En la tripa resuenan tambores de guerra. Y estoy sin hacha.
Mucha humedad entre los invernaderos, a lo sumo son las nueve y media, y aquello es un campo de batalla y nosotros el objetivo. "los charlie".
Miro el crono y aunque voy sufriendo la tira estoy en rango del tiempo que me marco, si ahora aprieto en la bajada recuperaría mucho y sería perfecto para la segunda vuelta. Pero eso no sucede. No estaba escrito.
Cuando empiezo a bajar me doy cuenta que la cosa está fea fea. Si aprieto el ritmo una centésima literalmente me voy. Voy dando pasos erráticos, deformes, debo parecer un títere, pero me importa un pimiento. Ya tengo claro que en la primera vuelta me retiro, por honor me encantaría decir más que por mis posaduras maltrechas.
Y no es mi día no: Pido agua en un repostaje y al tipo se le cae la botella, seguidamente pido una esponja y la tía se equivoca, no ve mi mano y no me la da. Le dedico un estribillo: t... p... m... Eso si que me suena poético. Mucho.
Total que más mal que bien hago el primer diez mil. Es el momento propicio para camuflarme en la multitud y desaparecer, pero todo el mundo aplaude dando ánimos y sé que allí no me paro ni loco, y, por consiguiente, me veo metido en el segundo y último round. Menuda estupidez. Otra de tantas.
Ahora si que sufro, y mucho. En la subida, mira tú que gracioso, se ha metido un viento romántico, de los que te mueve el cabello y te hace volar los gorros. Esos cuatro kilómetros me duelen cada milímetro, y sigo aguantando las tripas que son ya una carrera de cuadrigas romanas.
Ahora si que habito en el infierno, porque no me hallo en ningún paso, porque tengo la boca seca, seguramente el corazón a mil por hora y dos patas de cemento armado, porque he ido sin un ritmo fijo por las circunstancias citadas... Todo negativo.
Arriba es un "me paro, me paro y me paro". El cuerpo cede. Y como no es por abajo me viene un buche y literalmente en un matorral lo desparramo garganta afuera, vuelvo a citar que no son fresas en mi boca ni ahora ni nunca. Vuelvo otros 500 metros y vuelvo a pararme. Todas las fichas del tablero están desparramadas en el suelo. Se acabó y es definitivo pienso. Pero el pundonor, o ya no sé qué carajo, hace que vuelva otra vez a la lucha, porque ahora si que es una lucha contra mi cuerpo, contra mi mente y contra mi mismo. Quedan 3 km y si no queda otra me arrastro como una babosa.
La bajada es lo más parecido a "La pasión de Cristo": Un ser medio inerte, herido, va desvariando diría, arrastrándose... Me adelantan los buenos, los malos, los idiotas y los que desprecio. Todos... unos tras otros, y cuando me pasan me tocan el orgullo y no puedo hacer lo más mínimo. Entro en meta, cualquiera diría que desfigurado: 1 hora y 48´09´´. Un tranque. La vez que más he entrenado y mi peor tiempo.
Espero aprender de esta carrera y la próxima vez hacerle caso al mar.
O retirarme de manera definitiva... que tampoco estaría nada mal.

6 comentarios:

La Lopez dijo...

Por Dios, he sufrido con este relato. He tenido la sensación de haberme metido en tu piel, como cuando lees una novela que te gusta tanto que hasta la vives como tuya. No dejes de escribir. De correr esas animaladas me guardo mi opinión, mucho sacrificio

Admin dijo...

Creo que no hay persona que corra y no se sienta identificado con tu relato. Todos hemos sufrido mañanas así. Sigue corriendo y sigue escribiendo. Ekaitz.

Felipe Lorenzo dijo...

que bien que escribe este cacho....

por si quieres tomarte la revancha:

Milla Urbana, el 1 de mayo en Los Realejos

gambitoking dijo...

Qué va, voy a lo grande: a perder las rodillas o lo que me queda de espíritu con los 42 km de la Cruzatenerife.
Nos vemos en Garachico sobre las 14 o 15 horas sino llámenme al móvil porque estaré medio muerto.
Quedan 5 días...
Por cierto, lo mismo tendré que escribir algo y pronto... sólo por ustedes.

Admin dijo...

Ahora estamos a la espera del texto sobre una carrera cuyo resultado sea positivo...

gambitoking dijo...

Esperemos que sea pronto. Muy pronto.
Aunque mentalmente no estoy para correr.