jueves, octubre 11, 2007


Penumbras

Cada vez me prodigo menos, la niebla es más espesa y son menos las ganas. Y por jurar, juro, que se me oxida (olvida) todo; y como prueba de ello, la libreta de ideas sobre la mesa de noches está vacía. Ni una rima consonante a la caída del sol.
Y le doy a la sesera, y sale humo (chicos: todavía hay esperanza) porque el inminente hecho preocupante acecha: las letras son la mar de caprichosas, y si les pierdes el gusto tardan en volver.
- No hay tiempo, no hay tiempo que perder - me digo.
Y me engaño con un farol de tres al cuarto con cartas marcadas. Nada nuevo a la vista desde proa. Es lo de siempre: desidia y latidos a medio tempo. Y así no llego ni tarde. ¿Hablé de la niebla verdad? Pues vago mitad ciego mitad tuerto.
Pero ¿por qué? ¿A qué he llegado? ¿Dónde se quedó la palabra fácil?
Sin respuestas espero...
Sin embargo, cual mentiroso y estafador de medias tintas, presiento que lo mejor de mí está por venir. Aunque desconozco qué razón me llevará de nuevo al abismo y qué salvará mi corazón. Y, sobre todo, cuánto durará esta vez la aventura.
De momento, conformaros, pues aquí está mi alma... atrás quedó mi cuerpo, con el consuelo que siempre quedará plomo para las pistolas de madera de sándalo.
Gambitoking

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