sábado, mayo 27, 2006

El código da vinci

Cuando escribo esto probablemente ellos se habrán salido con la suya: quedarse con nuestro soberano dinero en salas llenas a tutiplén por una propaganda masiva en todo lo imaginable (¿códigos es rollos de papel higiénico?).
Si aún no es tarde, ¡corre!, sigue leyendo.
Como os decía los que hicieron semejante película sólo miraban el euro, el dólar o el yen. El resto, lo que saldría, le importaba un pimiento de bote, porque sabían que la caja haría el típico ruidito al que te haces adicto de inmediato.
El código da vinci que ya había levantado ampollas en el famoso libro (ameno y con cosas interesantes tampoco hay que volverse loco, ni ser fanático) pasa al cine para hacer más que aguas, diluvios.
La película es muy mala. Malísima. Pero mala, mala. Sin alma, sin corazón y sin propósitos. Y tampoco hay mucho más que decir porque enseguida te cambia el humor.
Lo mejor: El último minuto de música que te decía que la pesadilla acababa y el sueñecito de 10 minutos que me eché.
Lo peor: Los actores, el guión, la fotografía, el director por supuesto, el gato que entrará en los extras en el dvd, todo, todo, todo...
Y sentirse engañado, eso es lo más, sin ninguna duda.

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