jueves, mayo 18, 2006

En guardia

La puerta al abrirse hace el ruido suficiente para llamar tu atención. Cierro ahora con cuidado, no quiero que nada ni nadie rompa este momento que nos pertenece, que es tuyo y mío y que, como tal, debe permanecer intacto. Frente a frente las mentiras ni salen, ni crecen, ni tienen bemoles. Mírame a los ojos ojos: ¿Crees en mí? No contestes todavía. Me quedaré el tiempo suficiente para oírte. Luego desapareceré para siempre. Tienes mi palabra. ¿Jugamos a mis cartas?
Hoy es un día de esos en el te prometo que desearía gritar con todas mis fuerzas hasta perder la voz. Fuera como fuera, a cualquier precio, porque si tiene que correr la sangre que así sea pues ni voy a achicarme ni voy a oponerme a ello. Pero ni tan siquiera un hecho tan simple y desgarrador puede hacerme sentir ahora vivo, lleno o medio vacío. Créeme la verdad sólo tiene un camino y he venido porque hoy es el desdichado día elegido para que me lo muestres.
Lo sabes. Duele dentro, en el alma, o donde quiera que sea. Duele, y tampoco quiero ver más allá, me aprieto el pecho y, casi sin quererlo, cargó una carta con toda la rabia que puedo. Por si las moscas vamos. He estado en peores asuntos y con más mala leche. No hace falta decirte que mis ojos nunca mienten.
Suéltalo ahora bien despacito: ¿Qué buscas en mí? ¿A qué diablos hemos venido?
Escupe algo convincente. Mi tiempo se agota y mi paciencia hace tiempo que se largó desquiciada a ponerse morada en bares del tres al cuarto. No soy un tipo fácil de llevar, y me estás poniendo a malas sin considerar que la suerte viene y va sin avisarte. No la tientes demasiado, juego a menudo a las cartas... ¿lo pillas?
¿Has pensado en el asunto? ¿Estamos aquí por alguna razón?
Estamos metido en esto y, o nos llevamos bien, o las cosas no van a salir de ninguna de las maneras. Piénsalo. ¿Dónde iremos? El resultado justo está en nuestras soberanas manos, marcado cruel en nuestros destinos y no somos capacer de arrojar algo de luz en el asunto. ¡Deja de mirarte las manos como un imbécil! Tú vas hacia donde quieres a cada instante, no intentes ponerte filosófico conmigo. Así te complicas la vida, mi mano se mueve fácil con certeza con insolentes de tu calaña.
Me estoy quitando la piel y ni tan siquiera lo percibes. A carne viva las cosas se sienten y se padecen como si fuera la última vez. ¿Necesitas probar tu sangre para darte cuenta?
Dime patán... ¿qué haremos con nuestras condenadas vidas?
Te queda poco. Yo ya lo tengo asumido. Razona tu respuesta o apoyemos nuestras espaldas, la una contra la otra, para dar los diez pasos contados. Y no te preocupes por nada, el resto ya todo lo hago yo.

P.D: Hay gente que ve la TV, va al cine, se aburre o trabaja sin ton ni son. Yo provoco palabras. No hay más. Cojo papel y lápiz y a lo que salga en un ejercicio autodidacta. Muchas cosas no tienen sentido... ¿o sí?. Sólo tienes que buscarlo.

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