
'Únicamente la virtud ni es dada ni es recibida como obsequio'.
Esta noche espero no hundirme ni demasiado rápido ni demasiado profundo, sino con el tiempo las visitas serán escasas y los caramelos se quedarán en la puerta todo el invierno. Y sería demasiado triste.
Cinco de Mayo del 2002: Me propongo escribir un relato de ciencia ficción. He leído cosas muy interesantes que me devuelven la ilusión por el género.
( http://www.michaelmarshallsmith.com/ )
No me gustan mucho los rollos del ciberespacio, ni las descripciones tan concisas sobre la física y el arma xzping 47 u otra similar, ni las cuatro patas del gato mutante; prefiero las historias dinámicas, un personaje bien fundamentado y que me diga cosas (soy mucho de primeras personas y reflexiones) y de dejar el camino marcado lo justo para que cada cual lo viva y sienta como quiera. Eso es exquisito, un soberano manjar.
Me digo que debe ser a mi manera, fiel a mi estilo incierto, nada fuera de lo previsto. En cierta forma me arriesgo el gaznate en un encargo personal, en los que te sueles poner el listón bastante, bastante fuera de tus posibilidades (si saltas esa verja te arañarás con el alambre) y como siempre intento hacer los cosas bien, porque entre letras siempre dejas algo de tu pellejo metido (sólo hay que mirar las pistas como en los viejos libros de la Mano Negra – el libro más visto en siglos en ese santo colegio, verdad Maladroit???) pues puedo sufrir demasiado. Y no me equivoco en nada.
Miles se lo merece - pienso. Pero el jodido (como bien diría en sus expresiones) me aprieta tanto las clavijas que, sin quererlo, mi cabeza estalla en una presión fuera de escala. Vorgosigan, maldito seas. ¿Me oyes? Maldito seas. La partitura está rota.
La historia en sí viene en un flash delicioso (de esos de antaño de 10 pesetas y de limón) que me devoro de inmediato. "Paquetes de sueños", me suena bien. Suena tremendamente bien. Coño, me gusta mucho. Y sé cómo desarrollarlo. – Me lo sé todo – como diría el empollón.
19 de Noviembre de 2005: Apenas he llegado más allá de cinco páginas. Apenas abrir el telón y toda la traca final... con el resto aún no he podido, estamos enfrascados en un cuerpo a cuerpo sin descanso con la cara llena de barro y los nudillos hundidos en el frío después de tantas noches para nada. Pero aún seguimos en un toma y daca; y que siga el blanco (en vez de mambo) en mi cerebro. Pero me niego a colgarlo por el momento. Sería demasiado injusto a mi parecer.
Esta noche volveremos a encontrarnos, pues hemos afilado el acero y, con las viejas heridas ocultas en trapos, buscaremos nuestro corazón con agallas, sudor y mala sarna. A ver quién puede, que ya me toca.
Dulces sueños a quien los tenga...