domingo, junio 18, 2006

Una noche con Gabino

Subirse a un escenario solo, sin absolutamente nada tu alrededor, no es sencilla empresa. Es más tiene mucha tela. Si encima cantas, recitas, imitas, te ríes de ti mismo y lo haces todo la mar de bien pues es para tirar voladores, cortar orejas o lo que te venga en gana. ¡Maestro!
Gabino llega con su espectáculo, inteligente a más no poder como no podía ser de otra manera, en busca de su "hilo conductor" y te consigue atrapar a las primeras de cambio a costa de unas benditas risas que llegan como si nada y que se resignan a marcharse hasta que se encienden las luces y despiertas del placentero sueño.
Hora y media de disfrute, dinero bien invertido y la vida, con sentido, nuevamente maravillosa. Eso sí, las manos rojas como tomates, se ve que hacía tiempo que no aplaudía tanto.
Fenomenal eh... Fenomenal.

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