martes, octubre 28, 2008


El asesino de la carretera - Un libro de James Ellroy

Anochece a las primeras de cambio, en unos días que dicen son más bien cortos y donde el simpático frío tiene la santa venia de campar a sus anchas por tus piernas, tus mofletes, tus orejas y, si lo dejas, por tu nobleza más oculta.
Como tipo gris que soy mi lectura es otra: tenemos una hora más de oscuridad, de miedos acechando el canto de la puerta, de soledad, de quietud y de calma: palabras que según avanza la madrugada toman otro matiz más dramático, donde refugiados y temerosos nos protegemos de todas las cucarachas, comadrejas y malasangre que salen desde las entrañas de la tierra para vertir el mal. Si miras entre las cortinas verás que donde antes estaban ocultos ahora danzan como malditos.
Y, de una manera mucho más profesional pero ni mucho menos delicada, de años dedicado a la tecla firme, de alguien que sabe cómo "contar" nos habla Ellroy, directo como una flecha y sin cortarse un pelo, del mal en estado puro.
La trama: Martin Michael Plunkett es un asesino en serie que tras ser capturado decide ponerse en contacto con una editorial para escribir un libro autobiográfico relatando sus andares a lo largo de sus viajes en carretera por Estados Unidos.
La valentía del libro es también su desgracia, ya que no todo el mundo puede soportar lo que Ellroy relata, ni de lejos (aunque yo lo recomendaría sin dudarlo con los ojos cerrados) pero un relato de estas características, donde el punto de partida es el centro de un huracán malévolo, no entra bien en la sesera. Y te quita el sueño como susto que quita el hipo.
Contado casi en su totalidad en primera persona, es envidiable el coraje, el acierto, la terrible documentación que tuvo que haber llevado, el hilo argumental, la multitud de datos, detalles y fechas que el autor ofrece, donde repito, Ellroy (que ya se encuentra situado en mi particular Olimpo) se sale del mapa con una narración atroz.


Lo mejor: El final es, sencillamente, sublime.

Lo peor: Es mejor no pensar demasiado en él o no viviríamos tranquilos; creo que citar a Charles Manson no era necesario, el libro gana credibilidad a cada página.

Su literatura es muy, muy notable.

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